En el día de la mujer, quiero hacer un pequeño homenaje a la poeta polaca Wislawa Szymborska, premio Nobel de Literatura en 1996, que falleció el pasado mes de febrero. Y qué mejor homenaje que releer uno de su poemas.
¿A dónde va la corza escrita por el bosque escrito?
¿A tomar agua escrita que refleje su hocico puntualmente?
¿A tomar agua escrita que refleje su hocico puntualmente?
¿Por qué alza la cabeza? ¿Escucha algo?
Se apoya en cuatro patas que la verdad le presta.
Mueve bajo mis dedos una oreja.
Silencio, esa palabra, susurra en el papel como las otras
y remueve ramas por las palabras del bosque cansadas.
En la hoja blanca de papel acechan letras
que pueden componerse mal,
frases que pueden ser un cerco y no habrá salvación.
En la gota de tinta un regimiento de cazadores
Olvidan que esto no existe.
parpadeará el ojo el tiempo que yo quiera
y podré dividirlo en pequeñas eternidades
llenas de balas quietas en el aire.
Por siempre, si lo ordeno; nada pasará aquí.
Ni una hoja caerá si no lo quiero ni las pezuñas hollarán la hierba.
¿Existe pues un mundo sobre el cuál soy un destino independiente?
La alegría de escribir. La posibilidad de eternizar. La venganza de una mano mortal.
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